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Puerta tradicional japonesa

EL ORDEN DE LAS COSAS

  • 24 sept
  • 2 Min. de lectura

A menudo solemos achacar al “azar” aquello que nos ocurre de manera imprevisible. Llamamos casualidad a los acontecimientos que se desarrollan sin previsión alguna, que escapan a nuestro control y que aleatoriamente tienen cierta relación con lo demás.


Pero, si observamos la naturaleza, es decir, el devenir natural, allí nada ocurre por azar ni nada es casualidad; todo tiene un orden, El Orden De Las Cosas. Una bella flor, florece después de ser una semilla y no antes. Un hongo brota después de la lluvia, y no antes. Un ave, nace de un huevo y no a la inversa. El agua surge del manantial antes de convertirse en un poderoso río… Pues bien, en el transcurrir de nuestras vidas ocurre lo mismo.


Entonces, ¿A que llamamos azar o casualidad? A la incertidumbre. Que nosotros no conozcamos el proceso, o la sucesión de una serie de acontecimientos, y que estos escapen a nuestro control, no quiere decir que no tengan un orden o una lógica. Al igual que en la ciencia, en las matemáticas por ejemplo, todo tiene un orden lógico; que cuando lo desconocemos, tendemos a decir que ocurrió “al azar”.


Promesa colgada en un templo
Promesa colgada en un templo

Pues bien, en la vida de los humanos, el azar o la casualidad es una máscara para encubrir el desconocimiento de los procesos que llevan a tal resultado y su descontrol por nuestra parte. Pero, desde esta óptica, la casualidad no existiría como tal, si asimilamos que los acontecimientos se suceden por su simple y mero desarrollo… Y de esta manera es absurdo oponerse a ellos.


Entendiendo que las situaciones simplemente ocurren, sin más, estamos dando por hecho el suceso, asumiéndolo y no oponiéndonos a lo que es imposible deshacer. De este modo, la oposición a algo que no tiene vuelta atrás, es lo que nos causa el desasosiego; el dolor.


Así como intentar invertir la dirección de un rio que baja desde la montaña va a ser tarea harto difícil, sino imposible, intentar solucionar algo que no tiene solución va a ser el germen de un sinfín de intranquilidades.


De esta manera, fluir con el desarrollo de los acontecimientos nos va a evitar un desasosiego inútil, haciendo que “seguir el flujo del agua sea la base de nuestra paz psíquica, física y emocional”.


Esto es solo mi reflexión a cerca de como entender y afrontar el transcurrir diario.


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