Sobre el aprendizaje
- 24 sept
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Me gusta imaginar el proceso de aprendizaje como un carro recorriendo un camino: este carro se soporta sobre dos ruedas que son el ORDEN y la CONSTANCIA; el animal que tira del carro es la ACTITUD que tomamos hacia el camino (del APRENDIZAJE); la caja del carro es el CEREBRO y dentro de esta caja va el CONOCIMIENTO. Si la caja del carro se encuentra en malas condiciones (malos hábitos), el contenido se escapará, se saldrá o se deteriorará.
A las riendas del caballo está nuestra CONCIENCIA, la voluntad de avanzar en el camino (el aprendizaje) o quedarte varado en un charco de fango, sin poder (o sin querer) sacar el carro.
A veces es complicado iniciarse en el estudio o aprendizaje en una materia, aún más cuando se hace de forma autónoma; la sensación de una falta de guía, no tener pautas que seguir, ausencia de material por el que empezar o simplemente carecer de una forma de testar lo que sabemos. Debido a estos factores, que podríamos asemejar a las piedras y baches en el camino, debemos contar con unas buenas ruedas en nuestro carro: orden para tener claro cómo proceder ante un obstáculo y constancia para continuar aunque los planes no sean como habríamos esperado.
La actitud es el animal que tira de nuestro carro, quien nos va a proporcionar la capacidad de desplazarnos por el camino; una actitud dispuesta a avanzar aun cuando los baches del camino son abundantes. Si el animal se niega a avanzar, nuestro carro no se moverá por muy flamante que sea.
El contenedor del conocimiento, nuestro cerebro, es el punto más valioso de nuestro carro, ya que contiene el material que queremos transportar; un “contenedor” resistente, capaz y amplio es dado por unos cuidados específicos; unos hábitos saludables y un aprendizaje constante.
Aquí quiero hacer referencia a un texto del libro Maestría, de Robert Greene:

“Si hay una herramienta de la que debas enamorarte y adorar es el cerebro humano, el instrumento procesador de información más milagroso e imponente jamás ideado en el universo conocido, con una complejidad que ni siquiera podemos empezar a desentrañar y con facultades dimensionales que aventajan con mucho, en refinamiento y utilidad, a cualquier pieza de tecnología.”
Por último pero no menos importante, esta el comandante del carro, nuestra conciencia. Aquí cobra una importancia capital la intención de aprender constantemente, la sed de conocimientos que guía todo el conjunto y capitanea las situaciones adversas para buscar el modo de salir de ellas.
Sin alguno de estos elementos, la tarea de aprender o estudiar cualquier materia será un asunto harto complejo y terminaremos por desistir.
En conclusión, un carro con ruedas fuertes, un animal de tiro potente, una caja cuidada y un jinete inteligente podrá transportar cada vez más y mejor conocimiento, y se podrá permitir un viaje constante por la senda del aprendizaje.





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